La Ira de Dios

16 08 2009

“Recibió también Zacarías esta palabra de Jehová:

«Así habló Jehová de los ejércitos: Juzgad conforme a la verdad; haced misericordia y piedad cada cual con su hermano; no oprimáis a la viuda, al huérfano, al extranjero ni al pobre, ni ninguno piense mal en su corazón contra su hermano».

Pero no quisieron escuchar, sino que volvieron la espalda y se taparon los oídos para no oir; endurecieron su corazón como diamante, para no oir la Ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su espíritu, por medio de los primeros profetas.

Por tanto, Jehová de los ejércitos se enojó mucho. «Y aconteció que, así como él clamó y no escucharon, también ellos clamaron y yo no escuché, dice Jehová de los ejércitos, sino que los esparcí como con un torbellino por todas las naciones que ellos no conocían, y la tierra fue desolada tras ellos, sin quedar quien fuera ni viniera; pues convirtieron en desierto la tierra deseable».”

(C.f. Zacarías 7:8-14; Jeremías 7:1-17; Jeremías 22:1-5; Ezequiel 22:1-16)

La ira de Dios, ha sido objeto de todo tipo de análisis y discusiones. Quiero avisar de antemano que no daré solución al eterno debate que nos ha acompañado desde los inicios del cristianismo.

No podemos negar que la descripción que la Palabra hace sobre la ira de Dios, sobre todo en los profetas pero también por ejemplo en el libro del Apocalipsis, a muchos cristianos y no cristianos, nos es como mínimo incómoda, y más a la luz del evangelio de Jesucristo. Pero no menos cierto es que este tema está aquí, en nuestra Biblia y merece ser tenido en cuenta.

Pero lo que hoy me lleva a la reflexión, sobre la ira de Dios, no es tanto definir en que consiste, de qué forma se manifiesta en nuestra realidad y llegar así de forma inevitable al eterno debate que, sinceramente hasta ahora se me presenta infructuoso. Lo que hoy me lleva a reflexión son las causas que llevan a Dios a lo que los profetas nos explican como ira.

Ante todo hemos de tener claro que, decir que Dios tiene ira es un intento de explicar un tipo de acción de Dios con lenguaje humano. Está claro que Dios trasciende de tal forma nuestros lenguajes, y nuestra cultura humana en el sentido más amplio que es imposible explicar a Dios con justicia. Pero de esta forma es como sobre todo el Antiguo Testamento a decidido explicar las acciones de juicio de Dios, así que este es el material con el que debemos trabajar, entendiendo eso sí, la limitación del lenguaje humano.

Quiero añadir que, lo que me motiva a reflexionar sobre este tema es la costumbre que tenemos de tomar la ira de Dios hacia su Pueblo de forma un tanto distorsionada, algunos dirían que espiritualizamos la ira de Dios.

Cuando la moralidad o relatividad de algunos hermanos en ciertos temas llamativos ofende la conciencia de otros, no es raro oir mensajes a cerca de la ira de Dios que cae sobre su pueblo y que por esta causa no hay frutos en nuestras iglesias.

Pero la verdad es que la ira de Dios es más completa y compleja que estas simplificaciones que solo sirven para dar seguridad a aquellos que buscan unas normas férreas y claras de comportamiento en todos los aspectos de su vida personal pero que normalmente ignoran y quitan toda importancia al pecado social, el pecado que afecta al prójimo en la sociedad, normalmente con el argumento de que la sociedad está inevitáblemente caída en el pecado per se y que entonces no tiene sentido vivir el mensaje del Reino de Dios en ella.

En el Antiguo Testamento la ira de Dios tiene por así decirlo dos varas. Una vara que golpea a las naciones paganas y otra vara preparada para golpear a Israel.

Las naciones paganas que caen bajo la ira de Dios, según nos relatan los profetas, son castigadas por excederse en su papel de verdugos de Dios. Primero Israel y luego Judá provocan la ira de Dios por causas que después veremos. Así que los imperios de Asiria y Babilonia especialmente entre otros, son usados por Dios para acabar con el reino de Israel con la consiguiente dispersión del pueblo que es arrancado de la tierra prometida. La misma historia con distintos actores se repite con Judá.

Estas naciones se exceden en su castigo, especialmente el imperio Asirio y también el Babilonio, usando de una crueldad desproporcionada contra los reinos que conquistaban, sus dioses representantes de la guerra y la violencia extrema eran el reflejo de una sociedad con una crueldad sin igual. De esta forma Yahvé anuncia por medio de sus profetas la destrucción de estas naciones. Y hasta aquí nos ocupamos de ellas y a partir de ahora nos centraremos en la ira de Dios con su pueblo.

La otra vara es la que Yahvé tiene preparada para Israel y Judá. Por cuanto no han guardado el Pacto que Yahvé hizo con sus padres estos serán esparcidos entre las naciones. Son varios los testimonios en los que Yahvé explica que guardará un remanente por su misericordia, incluyo aquí las promesas mesíanicas que son finalmente las que mejor expresan que la ira de Dios está subordinada de antemano a su misericordia.

Pero ¿qué significa que el pueblo de Israel no ha guardado el Pacto? Aquí los pasajes bíblicos se multiplican, tanto como los pecados de Israel.

Podríamos decir y acertaríamos que si una palabra puede resumir la violación del Pacto por parte de Israel es la infidelidad. Infidelidad sí, pero esto no deja de ser una abstracción que necesita ser explicada. Porque cualquier tipo de violación de la ley puede ser considerada infidelidad, sin embargo los profetas nos explican que cualquier tipo de violación de la ley y en cualquier medida no llevaron a la ira a Dios.

El pecado de Israel que le lleva a sufrir la ira de Dios son acciones concretas repetidas y enquistadas tanto en la clases dominantes como en las sacerdotales como en el pueblo.

Podríamos decir que la idolatría es una de ellas y acertaríamos, pero como ya hablé en otra ocasión lo peor de la idolatría era las consecuencias que ésta tuvo en la vida cotidiana del pueblo, porque en Israel lo que a veces vemos como asuntos espirituales, de fe, de sentimiento, no es tal, lo material y lo espiritual son asuntos que están fundidos, solapados y son indivisibles, de forma que podemos decir “dime a quien adoras y te diré cuales son tus valores sociales”. Cosa que ahora mal que nos pese no podemos decir…

Si queremos ir más allá del aspecto espiritual entendido bajo nuestra perspectiva occidental, veremos que tal y como hemos leído en el pasaje de Zacarías y como podríamos leer en todos los libros de los profetas, que el pecado de Israel afecta a toda la sociedad en aspectos como: falsos juicios; inmisericordia; impiedad con el prójimo; opresión de las viudas, de los huérfanos, de los extranjero y de los pobres, y mala voluntad contra sus prójimos.

Estos son los pecados que llevaron a Yahvé, según los profetas, a descargar su ira por medio de los imperios paganos contra Israel y Judá.

Creo que mirando este cuadro damos un paso de gigante al traducir la infidelidad y la idolatría en cosas que todos podemos entender y que vemos cada día en nuestro alrededor.

He intentado escoger el mínimo de lecturas pero hay un texto imprescindible para sostener esto:

“«¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de grasa de animales gordos; no quiero sangre de bueyes ni de ovejas ni de machos cabríos. ¿Quién pide esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante de mí para pisotear mis atrios? No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación. Luna nueva, sábado y el convocar asambleas, no lo puedo sufrir. ¡Son iniquidad vuestras fiestas solemnes! Mi alma aborrece vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes; me son gravosas y cansado estoy de soportarlas. Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos. Lavaos y limpiaos, quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos, dejad de hacer lo malo, aprended a hacer el bien, buscad el derecho, socorred al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.

»Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. Si queréis y escucháis, comeréis de lo mejor de la tierra; si no queréis y sois rebeldes, seréis consumidos a espada». La boca de Jehová lo ha dicho.”

(Isaías 1:11-20 RVR95)

Es decir, si el pueblo de Israel hubiese buscado el derecho, socorrido al agraviado, hecho justicia al huérfano y amparado a la viuda, sus pecados aunque fuesen escandalosos como el rojo escarlata hubiesen sido emblanquecidos. Pero el pueblo de Israel no escuchó y fue consumido a espada.

Bajo esta idea de la ira de Dios podemos ver que la causa no consiste en una espiritualización de moralismos y abstracciones, más bien hablamos de una espiritualidad mal entendida que hace que los que dicen adorar a Yahvé olviden que lo primero de todo es amar al prójimo como a uno mismo, olviden el amor a la verdad y la justicia social. No se si nos podemos ver reflejados en esto.

Estoy seguro de que habréis visto la importancia de estos textos para una iglesia en medio de un mundo globalizado, con mareas de inmigrantes anchas como el mar, donde se especula con los productos básicos de la tierra, donde la justicia se compra con dinero y donde como en Catalunya sin necesidad de ir a África o Latinoamérica el 20% de la población es radicalmente pobre, y de estos la mitad nunca dejaran de serlo, y de estos que siempre serán pobres el grueso está formado por mujeres, la mayoría viudas.

Hablaba de la misericordia de Dios, que es finalmente la acción última de Dios después de la ira, y podemos leer.

“«Yo envío mi mensajero para que prepare el camino delante de mí. Y vendrá súbitamente a su Templo el Señor a quien vosotros buscáis; y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros, ya viene», ha dicho Jehová de los ejércitos.

¿Pero quién podrá soportar el tiempo de su venida? o ¿quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador y como jabón de lavadores. Él se sentará para afinar y limpiar la plata: limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia. Entonces será grata a Jehová la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, como en los años antiguos.

«Vendré a vosotros para juicio, y testificaré sin vacilar contra los hechiceros y adúlteros, contra los que juran falsamente; contra los que defraudan en su salario al jornalero, a la viuda y al huérfano, contra los que hacen injusticia al extranjero, sin tener temor de mí», dice Jehová de los ejércitos. «Porque yo, Jehová, no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos. Desde los días de vuestros padres os apartáis de mis leyes y no las guardáis. ¡Volveos a mí y yo me volveré a vosotros!, ha dicho Jehová de los ejércitos. Pero vosotros decís: “¿En qué hemos de volvernos?”. ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y aún preguntáis: “¿En qué te hemos robado?”. En vuestros diezmos y ofrendas. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado.”

(Malaquías 3:1-9 RVR95)

Como habréis adivinado, Malaquías habla de Jesús como aquél que vendrá súbitamente a su Templo.

Y súbitamente apareció Jesús a los mercaderes y cambistas del Templo para desmontar sus sucios negocios ¿verdad?

Jesús se encuentra en el Templo enseñando. Estamos en medio de aquella semana que empieza con la entrada triunfal en Jerusalén sobre un pollino donde Jesús de alguna forma se presenta como el Mesías cumpliendo la profecía de Zacarías, y que acaba con la traición y crucifixión de Jesús.

Esta es una semana donde los acontecimientos y enseñanzas de Jesús son muy intensos y así nos lo reflejan los evangelios, acontecimientos y enseñanzas que giran alrededor del Templo, como el acto de purificación que comentaba donde Jesús dice que han convertido la casa de su Padre en cueva de ladrones.

Por todo esto decide retirarse prudentemente pues lo querían prender, pero finalmente vuelve. Los judíos le piden explicaciones a cerca de su autoridad para hacer estas cosas, le preguntan sobre muchas cuestiones como por ejemplo el pago de impuestos al César, y en medio de todo esto entra una viuda a ofrendar.

“Les decía en su enseñanza:

«Guardaos de los escribas, que gustan de andar con largas ropas, y aman las salutaciones en las plazas, las primeras sillas en las sinagogas y los primeros asientos en las cenas, que devoran las casas de las viudas y, para disimularlo, hacen largas oraciones. Estos recibirán mayor condenación».

Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho. Y vino una viuda pobre y echó dos blancas, o sea, un cuadrante. Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo:

—De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca, porque todos han echado de lo que les sobra, pero esta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento.

Al salir Jesús del templo, le dijo uno de sus discípulos:

—Maestro, ¡mira qué piedras y qué edificios!

Jesús, respondiendo, le dijo:

—¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra que no sea derribada”

(Marcos 12:38-13:3 RVR95)

Y decía el Señor, por medio de su profeta Malaquías “¿En qué hemos de volvernos?”. ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y aún preguntáis: “¿En qué te hemos robado?”. En vuestros diezmos y ofrendas. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado.”

Muchos ricos echaban mucho, pero la viuda da todo lo que tenía para comer. Un cuadrante. No se que podía comer con esa miseria pero era lo que tenía.

Y yo me pregunto, ¿cuantas veces nos hemos rascado el bolsillo para ofrendar de forma como la viuda? No que nos duela porque es mucho, si no tanto que nos quitemos hasta de nuestro sustento.

Porque está claro que la iglesia, no me refiero específicamente a esta sino en general, la iglesia se mueve con la oración y con nuestras ofrendas, y no siempre por este orden. Si no hay ofrenda la iglesia no tiene herramientas para paliar la injusticia social, sea de forma paternalista o con responsabilidad.

La iglesia necesita de fondos para llevar a buen término lo que predica. Y la viuda lo da todo. Los ricos dan mucho pero la viuda todo. Y si yo ahora me bajase de este púlpito no se si os quedaría muy claro porqué empiezo hablando de la ira de Dios y acabo con la viuda pero sí que os quedaría claro que muchas veces ofrendamos de lo que nos sobra y menos.

Pero me gustaría que antes de que me vaya leyeseis unos textos conmigo. Unos textos que legislaban la vida de estos ricos que ofrendaban mucho, la vida de la viuda que lo daba todo y la vida de los sacerdotes del Templo que Jesús vino a purificar y a abolir. Me refiero a los textos la ley de Israel:

“»Al cabo de tres años sacarás todo el diezmo de tus productos de aquel año, y lo guardarás en tus ciudades. Allí vendrá el levita, que no tiene parte ni heredad contigo, el extranjero, el huérfano y la viuda que haya en tus poblaciones, y comerán y se saciarán, para que Jehová, tu Dios, te bendiga en toda obra que tus manos hagan.”

(Deuteronomio 14:28-29 RVR95)

“»El tercer año, el año del diezmo, cuando acabes de separar todo el diezmo de tus frutos, darás también al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, para que coman en tus aldeas hasta saciarse. Y dirás delante de Jehová, tu Dios:

»“He sacado lo consagrado de mi casa, y también lo he dado al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, conforme a todo lo que me has mandado; no he transgredido tus mandamientos ni me he olvidado de ellos.”

(Deuteronomio 26:12-13 RVR95)

Es decir que nuestra viuda, la viuda que lo dio todo, según la ley debía ser asistida de la misma forma que aquellos que cuidaban del Templo, los levitas.

No se le debía permitir ofrendar porque no tenía posibilidades, ¿cómo podía ser de otra forma? Si nuestro Dios es llevado a ira por la injusticia contra las viudas y los huérfanos, ¿cómo les iba a pedir que diesen su sustento para la ofrenda del Templo? ¿Acaso alaba Jesús de Nazaret la ofrenda de la viuda? ¡No! Recalca la injusticia de los que textualmente “devoran a las viudas” y lo disimulan con sus bonitas oraciones en primera fila y dan lo que se les cae de los bolsillos porque nunca se han privado de nada por y para la iglesia. Fijaos en el silencio de Jesús en este texto, ¿acaso la alaba? ¡no! Recalca hasta que punto el sistema del Templo está totalmente podrido pues no sólo permite si no que exige que todos por igual lleven sus ofrendas para engordar el tesoro del Templo, un tesoro que servía para mantener un sistema de lujo y corrupción de los líderes religiosos de su tiempo.

Y por eso Jesús clama sentencia con la ira de Dios cuando dice ¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra que no sea derribada” y ahora no se refería a su cuerpo, se refería a que el sistema del Templo sería abolido. El mismo Templo en el que Judá depositó su confianza pensando que impediría que su reino cayese en manos paganas porque Yahvé nunca permitiría que su casa fuese derribada, pero Yahvé la derribó, como este templo que también fue derribado por los romanos, haciendo así a Jesús el único Templo de Dios, un templo donde la ley se escribe en los corazones el templo de la misericordia el templo donde reunió a su pueblo acabando así con la maldición del exilio, con la maldición del pecado.

“Por tanto, di: “Así ha dicho Jehová, el Señor: Aunque los he arrojado lejos entre las naciones y los he esparcido por las tierras, con todo les seré por un pequeño santuario en las tierras adonde lleguen”. Di, por tanto: “Así ha dicho Jehová, el Señor: Yo os recogeré de los pueblos, os congregaré de las tierras en las cuales estáis esparcidos y os daré la tierra de Israel. Volverán allá, y quitarán de ella todas sus idolatrías y todas sus abominaciones. Y les daré otro corazón y pondré en ellos un nuevo espíritu; quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne y les daré un corazón de carne, para que anden en mis ordenanzas y guarden mis decretos y los cumplan, y sean mi pueblo y yo sea su Dios. Pero a aquellos cuyo corazón anda tras el deseo de sus idolatrías y de sus abominaciones, yo traigo su camino sobre sus propias cabezas, dice Jehová, el Señor”».”

(Ezequiel 11:16-21 RVR95)

Como decía al principio no he querido entrar al debate de cómo definir la ira de Dios y de que forma la vive la iglesia, pero creo que hemos podido ver claramente las acciones que, expresándonos en nuestro lenguaje humano, provocan a ira a Dios. Una iglesia que quiera llevar fruto debe de vivir que predicar el evangelio no es solo invitar a creer que Jesús de Nazaret es tu salvador personal, una iglesia que quiera llevar fruto vivirá bajo estos preceptos de buscar el derecho, socorrer al agraviado, hacer justicia al huérfano y amparar a la viuda y profetizar contra el sistema que crea estas desigualdades.

Que el Señor nos de un nuevo corazón de carne para guardar y cumplir sus decretos. Y su gracia y misericordia sea sobre nosotros y nuestras familias, amen.


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2 responses

21 10 2009
MAMI GUAPA

MUY BIEN. ¿QUIÉN LO HA ESCRITO?

21 10 2009
cuaderno1otherway

Lo he escrito yo, gracias 😉

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